La Parranda de San Pedro, manifestación religiosa y popular que cada 29 de junio nos reúne para acompañar a una llamativa figura en su trajinar, María Ignacia, mientras se escuchan los acordes del cuatro acompasado por las maracas, así como hermosos versos improvisados que inducen al repique de cotizas. Hablemos entonces de una párvula llamada María Ignacia.
La Parranda de San Pedro es una muestra excelente del relato oral como medio de transmisión de esa realidad distante en el tiempo.
Las costumbres transmitidas oralmente, concentran en sí mismas una estrecha relación entre las experiencias vividas y la forma en que éstas son narradas. Por ello, es inevitable que se introduzcan variables o argumentos que tienden a moldear, e incluso tergiversar, el hecho narrado. Así ocurre en cada generación o en los diferentes grupos sociales.
Cuando estas costumbres comienzan a ser registradas es cuando decimos que adquieren valor documental, contribuyendo en mejor medida a la memoria colectiva de los pueblos y a dotarlos de una conciencia que les permita conjugar su pasado y su presente. El recuerdo histórico legitima nuestra identidad.
Sobre el origen de la Parranda de San Pedro no se tiene una fuente documentada. Particularmente en Guarenas, la tradición oral nos premia con dos personajes: Norberto Blanco (†1937) y Don Antonio Núñez (1901-1987), quienes de forma consecutiva y por casi 100 años se encargaron de la Parranda de San Pedro celebrada en Guarenas.
Norberto Blanco, quien nació durante el último tercio del siglo XIX, le narraba a su compadre Antonio Núñez, así como a los cultores Juan Aponte, Leoncio Campos y Manuel Antonio Muro, sus anécdotas en relación a la forma en que se celebraba la Parranda de San Pedro a finales del siglo XIX, cuando él y los últimos esclavos se reunían cada 29 de junio en la Hacienda El Carmen (o Potuco).
Así mismo, Norberto Blanco narraba que después del terremoto del 29 de octubre de 1900, fue testigo del traslado de la imagen de San Pedro Apóstol desde la maltrecha capilla de la Hacienda San Pedro hasta la Hacienda El Carmen.
Él expresaba que los jornaleros conocían muy bien esta imagen de San Pedro y que ante ella rendían tributo, tal como lo habían hecho los esclavos desde la época colonial en la Hacienda San Pedro de Guarenas.
Esta es la misma imagen que hoy reposa en la Catedral Nuestra Señora de Copacabana.
Norberto Blanco narró sus vivencias como jefe de la Parranda de San Pedro, cuando en las primeras décadas del siglo XX partían desde la Hacienda Trapichito, donde hoy se emplaza la Urb. El Torreón, hasta la Iglesia Nuestra Señora de Copacabana ubicada en el Pueblo Arriba de Guarenas, siempre manteniendo los versos y forma original de la Parranda, tal como los últimos esclavos le habían enseñado.
Don Antonio Núñez hizo lo propio, preservando y transmitiendo esta tradición, siempre apegado a su forma original inculcada por su compadre Norberto Blanco, a quien prometió encargarse de la Parranda de San Pedro en 1937.
La tradición oral también nos dice que una esclava de nombre María Ignacia imploró a San Pedro por la sanación de su hija Rosa Ignacia, prometiéndole bailar y cantar cada año el día de su santoral en el batuque o parranda de los jornaleros esclavos, en donde no faltaban los cantos de protesta en contra de los hacendados.
El milagro se hizo y María Ignacia honró cada año su promesa, hasta que enfermó gravemente y le pidió a su esposo que continuara rindiendo el tributo a San Pedro, cosa que él aceptó, bailando y cantando ante la imagen del santo cada 29 de junio, mientras vestía las ropas de María Ignacia y sostenía una muñeca de trapo que representaba a su hija Rosa Ignacia. Pasarían las décadas y los esclavos continuarían pagando la promesa de María Ignacia.
De esta manera se nos ha enseñado cómo se originó la Parranda de San Pedro. Así lo creemos, así lo celebramos, es nuestra fe y amor por esta tradición. Nos identifica como grupo social, nos llena de emoción y orgullo.
Podemos inferir que María Ignacia debe haber vivido en una hacienda, ya que su promesa a San Pedro fue incorporarse cada 29 de junio a la parranda de los hombres.
Estas protestas solo ocurrían en las barracas, ya que los esclavos no tenían pleno derecho para traspasar los linderos de la hacienda y mucho menos para reunirse en las calles del pueblo. El libre tránsito de los esclavos era prohibitivo antes del 24 de marzo de 1854, fecha en la cual se decreta a Venezuela como nación libre de esclavitud.
Diferentes matices se presentan en torno a la Parranda de San Pedro, pero el objeto central de esta tradición perdura en el tiempo.
A inicios del siglo XIX, la Jurisdicción del Valle de Guarenas era gobernada eclesiásticamente por la Iglesia Nuestra Señora de Copacabana. La legislación canónica era la que regía al registro de las personas, asentando nombres y fechas de nacimiento en sus libros de bautismos para blancos, negros, indios, pardos y mulatos. En el caso de los esclavos, se indicaba adicionalmente el nombre del hacendado, demostrando de esta manera que el párvulo era de su propiedad.
Este control del registro de las personas lo mantuvo igualmente la Iglesia en la época republicana iniciada en 1810, cuando se conformó el Cantón de Guarenas, el cual abarcaba a la Villa de Nuestra Señora de Copacabana de los Guarenas, Santa Cruz de Pacairigua, Araguata y San Nicolás de Tolentino de Capaya.
Así fue hasta 1873, cuando en el Gobierno de Antonio Guzmán Blanco se crea el Registro Civil y se inicia la emisión de partidas de nacimiento. Además, en 1874 se independizaron administrativamente los territorios del Cantón de Guarenas, constituyéndose los distritos Plaza, Zamora y Acevedo, creándose además la Colonia Bolívar en los terrenos de la antigua Hacienda Araira.
En la década de 1960, el insigne maestro Antonio María Piñate fungió como secretario del despacho parroquial, tiempo en el cual organizó el archivo de bautizos, matrimonios y defunciones.
Durante estas labores, el maestro Piñate pudo realizar investigaciones en torno a personajes de la Guarenas de antaño.
En el archivo parroquial de Guarenas, existe una fe de bautismo asentada en el libro de indios, negros y mulatos del período 1790-1806.
En esta fe de bautismo del 11 de agosto de 1800, se asienta que el Presbítero Br. Don Juan Agustín Díaz Argote administró el sacramento a una párvula presentada por Don Gabriel Blanco Uribe, propietario de la Hacienda San Pedro, a quien puso por nombre María Ignacia, nacida el 31 de julio de ese año e hija natural de la esclava María de La Trinidad.
Esta fe de bautismo en Guarenas conjuga en un solo documento varios elementos de la tradición oral de la Parranda de San Pedro: Una párvula nacida en una fecha acorde a lo esperado; bautizada con el nombre de María Ignacia; hija de una esclava perteneciente al dueño de la hacienda en donde se rendía tributo a la imagen de San Pedro que hoy reposa en la Catedral de Guarenas.
Este documento aviva nuestra fe ciega por la tradición y reafirma a la Parranda de San Pedro como propia de los guareneros.
Pero es improbable que esta María Ignacia, nacida en Guarenas en 1800, sea la misma esclava de la Parranda de San Pedro. Es posible, pero improbable.
Incluso, no hay fuente documental que compruebe la existencia de una esclava promesera de nombre María Ignacia. Es posible, así lo creemos, pero es improbable ante la falta de documentación histórica sobre el origen de la Parranda de San Pedro. Solo mantenemos en la memoria colectiva lo que la tradición oral nos ha legado.
Al acercarnos a la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, ineludiblemente pensamos en la Parranda de San Pedro y en esta párvula llamada María Ignacia, repitiendo con insistencia las mismas preguntas:
¿Dónde nació María Ignacia? Pues bien, ella nació en el corazón de guareneros y guatireños; ella pertenece a esos gentilicios de ciega fe.
¿Dónde se originó la Parranda de San Pedro? Sin duda alguna, se originó en la devoción de nuestros jornaleros a la imagen de San Pedro Apóstol, transmitiéndose a través de nuestra historia y manteniéndose en nuestra conciencia cultural.
Y finalmente, ¿de quién es la Parranda de San Pedro? Con orgullo debemos responder que la Parranda de San Pedro es de devotos y promeseros, de cultores y tradicionalistas, y de todo aquel que respete y sienta apego por esta hermosa manifestación religiosa y popular.
María Ignacia Parba
Ôy once de Agto de mil y ochocientos años Yo el Br Dn Juan Agn Diaz Argote cura propo Docro de este Pueblo de N. S. de Copacavana de Guarenas, baptizé solemnemte puse sto oleo y crisma y dí Bendicion conforme al Ritual Romano a una parvulita que nació el dia treinta y uno de Julio del mismo año. A la que puse por nombre Maria Ignacia hija nral de Maria de la Trinidad esclava de Dn Gabriel Blanco Uribe hacendado en esta Jurisdicción. Fue su madrina Josefa Manuela de Guebara nral del Pueblo de Petare y vecina de esta feligrecia de Guarenas y a quien la adverti el parentesco espiritual y su obligación lo que firmo para que conste de que certifico.
Ber Juan Agn Diaz Argote.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.