Seguramente hemos querido saber qué significa la palabra Guarenas, de dónde proviene este vocablo y por qué comenzó a utilizarse para identificar a nuestro pueblo. Así que vamos a estudiar la etimología de Guarenas.
Guarenas es una palabra que se nos hace tan común como nuestra, es parte de nuestro léxico local y, por supuesto, deriva a nuestro gentilicio.
La palabra Guarenas encierra en sí misma ese conjunto de valores y actitudes que compartimos como colectivo, incluyendo nuestras manifestaciones culturales y costumbres sociales.
Con solo pronunciar [guarenas], afloran nuestras similitudes más que nuestras diferencias; es ese sentimiento profundo que nos da sentido de pertenencia.
Desde hace mucho tiempo se ha generalizado la idea de que la palabra Guarenas proviene del vocablo indígena “huerena”.
Pero hoy, gracias a la evidencia histórica y a los estudios lingüísticos modernos, podemos hacer una aproximación etimológica a la palabra Guarenas y dirimir la controversia que ha existido en torno a su origen, estableciendo que la palabra Guarenas no proviene del vocablo “huerena”.
Yo no soy etimólogo ni lingüista, pero sí un apasionado de la historiografía. Por ello, en base a los documentos y estudios a los que he tenido acceso, he logrado hacer esta aproximación etimológica.
Recordemos que la etimología se refiere al estudio de las palabras. La ciencia etimológica investiga el origen de los vocablos, su uso cronológico, fonética, ortografía, cambios en el tiempo y similitudes lingüísticas.
Los lingüistas modernos se apoyan en la tecnología para grabar palabras, digitalizar textos antiguos y ejecutar comparaciones fonéticas, así como realizar análisis semánticos y sintácticos. De esta forma, han podido estudiar en gran medida a las más de treinta lenguas indígenas venezolanas, obteniendo importantes resultados.
Indudablemente, la etimología de Guarenas nos lleva directamente a lo más profundo de nuestras raíces, a esa parte originaria (pero no única) de nuestra raza y etnia: La tribu indígena Guarenas.
Una parte de nuestros atributos físicos y biológicos, así como una parte de nuestra cultura y creencias, la heredamos de los Guarenas y otros grupos indígenas. Obviamente, la otra parte que nos integra fue un regalo genético del continente africano y del europeo, aspectos que la historia universal ha documentado profusamente.
No pretendo ignorar la historia de la conquista, ni las incursiones esclavistas de encomenderos españoles; pero en esta publicación, no es mi intención abordar los temas referentes al etnocidio, transculturación, sustitución lingüística e identidad étnica, ya que son temas que requieren una atención y discusión profunda. Así que solo me concentraré en el origen de la palabra Guarenas.
Comienzo con un breve antecedente para entrar en contexto.
En mayo de 1576, llega a la Provincia de Venezuela un nuevo gobernador, Don Juan de Pimentel, quien se instala en Coro, capital de la provincia. En 1578, Don Juan de Pimentel mudó la capital de la Provincia de Venezuela a Caracas, despojando a Coro de este estatus.
Para ese entonces, el Consejo de Indias había implementado varios métodos para recolectar información del vasto continente formado por las Indias Occidentales. Con esto, se perseguía conocer en detalle los aspectos relacionados a la geografía, hidrografía, clima, población, idioma, entre otros.
Uno de los métodos de recolección de datos que usaron fue el cuestionario, al cual llamaban interrogatorio. Éste era enviado a gobernadores, corregidores y otras autoridades de la Provincia de Venezuela, quienes remitían al Consejo de Indias las respuestas en documentos que denominaban relación geográfica o simplemente relación.
Es así como en 1578, el gobernador Juan de Pimentel recibió un interrogatorio de 50 preguntas, el cual derivó en un documento detallado que envió a España y que tituló “Descripción de Santiago de León, Gobernación de Venezuela y Nuestra Señora de Carvalleda, 1578”.
Este documento tuvo un destino ultramar y poca divulgación en la Provincia de Venezuela. En 1585, el escribano Joan de Amézaga hizo una copia de este documento, el cual reposa en el Archivo General de Indias en Sevilla, ubicado en la sección Patronato Real, legajo 294, ramo 12. Por muchas décadas, esta fue la única copia existente de este documento. Agradezco a esta institución por la gentileza de haberme brindado este documento en formato digital.
Ahora entremos en materia.
En el capítulo primero de esta relación, enviada por el gobernador Don Juan de Pimentel en 1578, se lee el siguiente extracto:
“… llamase toda esta provincia jeneralmente entre españoles Caracas porque los primeros cristianos que a ella vinieron con los primeros indios que hablaron fue una nacion que se llamaban Caracas que están en la costa de la mar y aunque en esta provincia hay otras naciones indios de mas cantidad que los caracas como son toromaymas, aruacos, teques, guayqueries, quiriquires, meregotos, mariches, taramas, guarenas, chagaragatos, esmeregotos, baquiracotos tomo el nombre esta provincia de los Caracas por lo arriba dicho y esta nación de indios caracas tomo este nombre porque en su tierra ay muchos bledos que en su lengua se llaman caracas y los guarenas los llaman deste nombre porque viven en tierra sin monte aunque sierra y que tienen mucha yerva a la cual llaman en general guarenas y por esto a ellos les llaman guarenas…”.
En este documento de 1578, encontramos la primera evidencia escrita de la palabra “guarenas”, encontrando varios aspectos de suma importancia que paso a enumerar:
1.- La palabra es escrita usando los fonemas /g/ y /s/ al inicio y final, tal como la conocemos hoy en día: “Guarenas”.
2.- La ortología utilizada es precisamente [guarenas], es decir, escribieron la palabra tal como la escuchaban y pronunciaban los testigos de esa época. Para aclarar al lector; la ortología se refiere a la fonética de la palabra, es decir, estudia a la palabra pronunciada, a diferencia de la ortografía que rige a la palabra escrita.
3.- Se establece una diferenciación entre las naciones indias, haciendo una clara distinción entre los Caracas, Mariches, Guarenas y Chagaragotos. Aunque hoy sabemos que eran tribus emparentadas, o al menos vecinas.
4.- Se aprecia el exónimo “Guarenas” que los españoles habitantes de Santiago de León le asignaron a una tribu en particular. Recordemos que un exónimo es la forma con la cual un grupo de individuos que hablan un idioma específico asignan nombre a otra comunidad en la que se habla un idioma diferente. Eventualmente, ese exónimo puede convertirse en topónimo, es decir, en el nombre de un lugar, tal como ocurrió con el pueblo de Guarenas.
5.- En el documento se indica por qué los españoles le asignaron ese exónimo a una tribu indígena en particular, mencionando que ese grupo vivía en tierra sin monte, con serranía y de abundante hierba, cosa que ellos expresaban en su propia lengua con la pronunciación [guarenas].
6.- En esta primera referencia histórica de la palabra, escrita en alfabeto español y en cuatro oportunidades, no se evidencia el uso de los fonemas /u/ y /a/ al inicio y final de la palabra. Tampoco se hace uso del fonema /e/ como segundo componente de la palabra. Es decir, no se establece la pronunciación [uerena]. Tampoco se escribe la forma ortográfica “huerena”.
7.- De forma válida se podría poner en duda la ortografía utilizada para la palabra “guarenas”, es decir, podríamos inferir que fue una confusión fonética de los investigadores y testigos de la época, así como de los colaboradores que redactaron el documento. Sin embargo, tendríamos entonces que dudar también de los otros doce exónimos escritos en el mismo documento, los cuales hoy en día se aceptan como fonéticamente válidos: Caracas, toromaymas, aruacos, teques, guayqueries, quiriquires, meregotos, mariches, taramas, chagaragatos, esmeregotos y baquiracotos. Por lo tanto, la ortografía “Guarenas”, así como la ortología [guarenas] deben ser tomadas como correctas en este primer registro histórico.
Hasta este punto tenemos la primera evidencia histórica de la palabra, escrita ortológica y ortográficamente como “Guarenas” en el año 1578.
Ahora les comento que, en fecha reciente, los lingüistas han planteado la posible existencia de una macro lengua caribe, es decir, un dialecto indígena común con muchas variedades fonéticas entre las diferentes tribus, pero inteligibles entre sí. Esta macro lengua sería la denominada “choto maimur”, que traduce “idioma de la gente”.
Este planteamiento de los lingüistas se apoya en los documentos históricos que los misioneros franciscanos enviaron a España a finales del siglo XVII, época en la cual tenían a su cargo la evangelización de tribus indígenas al oriente de la Provincia de Venezuela.
Vamos entonces a hablar de la segunda evidencia histórica de la palabra “Guarenas”.
Un siglo después, en 1680, los franciscanos liderados por Fray Francisco de Tauste, escriben un extraordinario diccionario bilingüe, titulado “Arte y Vocabvlario de la Lengva de los Indios Chaymas, Cvmanagotos, Cores, Parias y otros Diversos de la Provincia de Cvmana o Nveva Andalvcía”.
En este extenso diccionario de 202 páginas, se presentan más de 7000 palabras del léxico de las tribus que habitaban en el oriente de la Provincia de Venezuela para el año 1680. Agradezco a la Internet Archive Organization por permitirme el acceso a una copia digital de este documento.
En el capítulo de la lengua Chaima, específicamente en la página 30 de este libro, encontramos la siguiente traducción de español a chaima: “Yerva”, “paja” o “sabana” ==> “guerena” y “guerenaz”.
Esta es la segunda evidencia histórica del registro de la palabra que estamos estudiando. En este caso, para la lengua chaima, se hace uso igualmente del fonema /g/ al inicio de la palabra, teniendo al final el fonema fricativo /z/ o simplemente no pronunciándolo. Llama la atención que, en lengua chaima, la palabra modifica su tercer fonema por /e/. Se resalta de nuevo la ortología o pronunciación empleada para su escritura: [guerenaz].
Como se puede apreciar, con un siglo de diferencia entre 1578 y 1680, tanto la tribu indígena Guarenas de la zona central de la Provincia de Venezuela, como la tribu indígena Chaimas de la zona oriental, presentaban una fonética muy similar en estos vocablos, reafirmándose así el registro del Gobernador Juan de Pimentel en 1578.
En este sentido, Fray Francisco de Tauste deja constancia importante al escribir lo siguiente:
“Este lenguaje de los indios de la provincia de Cumaná o Nueva Andalucía en las costas de Tierra Firme se dilata, y comprehende más de cien leguas, pues hasta la Provincia de Caracas, en la ciudad de la Valencia, experimenté que la entendía aquel gentío; pero de quien es más propia, y connatural, es de los indios Chaymas, Cores, Cumanagotos, Quacas, Parias y Varrigones y otras confinantes; y aunque es verdad que entre estas mismas naciones dichas tienen en su estilo y práctica alguna diferencia en la pronunciación, o ya añadiendo, o ya quitando alguna sílaba, a la voz común del nombre, o verbo; pero no es parte para no entenderse harto bien los conceptos”.
Los lingüistas infieren que esta macro lengua caribe se extendía desde la Península de Paria hasta el Lago de Valencia, con ciertas diferencias fonéticas, pero en general con muchas similitudes en sus vocablos. A modo de ejemplo y salvando las distancias, es algo parecido a lo ocurrido en la península ibérica con el español, catalán, gallego y portugués.
Hasta este punto, de seguro nos surgen las siguientes interrogantes:
¿De dónde surgió entonces el vocablo “huerena”?
¿Cuál es su referencia histórica?
¿Es realmente “huerena” un vocablo indígena?
¿Es la palabra “guarenas” una evolución lingüística legítima del vocablo “huerena”?
¿Podría ser la palabra “guarenas” una corrupción ortográfica?
Pues bien, la documentación histórica arroja más evidencias que responden a estas interrogantes. Vamos a por ello.
Tan solo tres años después, en 1683, el franciscano Fray Manuel de Yangües escribe los “Principios y Reglas de la Lengva Cvmmanagota, General en Varias Naciones, qve Habitan en la Provincia de Cvmmana en las Indias Occidentales”. Este libro se basó en el “Diccionario de la Lengua de los Indios Cumanagotos, y Palenques” escrito por el también franciscano Fray Matías Ruiz Blanco. Mi agradecimiento a la Biblioteca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, por permitirme obtener una copia digital de este material.
En la página 189 de este documento, el franciscano Fray Manuel de Yangües escribe la siguiente traducción de español a cumanagoto: “Prado” ==> “huerena”.
Así mismo, en la página 161 escribe esta otra traducción, igualmente de español a cumanagoto: “Yerva” ==> “huarena” y “huerena”.
Entonces, es en este documento donde se registra por primera los vocablos, “huarena” y “huerena”, a 105 años después del registro original del vocablo “guarenas”. Se resalta además, que este vocablo no contiene al final el fonema /s/ como erróneamente es escrito en ocasiones por diferentes personas.
Pero no hay que perder de vista que estos vocablos se corresponden a léxicos de tribus distintas, en épocas separadas por más de un siglo y alejadas geográficamente por 250 km de distancia, ya que los Cumanagotos y los Chaimas habitaban la región nororiental de Venezuela, principalmente en la cuenca del río Unare de los hoy estados Guárico y Anzoátegui.
De nuevo puedo comentar que la similitud de estas y otras palabras documentadas del chagaragoto, cumanagoto y chaima, dan un buen soporte a la idea planteada por los lingüistas, en relación a que estas lenguas son en realidad variaciones dialécticas de una macro lengua caribe que, como ya mencionamos, se extendió desde la Península de Paria hasta el Lago de Valencia.
Pero volvamos a la interrogante que tenemos pendiente.
Por qué se dice que la fonética [guarenas] es una transformación de la fonética [huerena], si los documentos históricos sitúan la palabra “guarenas” un siglo antes que la palabra “huerena”, además de existir cronológicamente entre ambos vocablos el registro de la palabra “guerenaz”. Adicionalmente, por qué se continúa con esta afirmación si los estudios lingüísticos modernos establecen que las fonéticas [guarenas], [guerenaz] y [huerena] son variaciones dialécticas de una macro lengua caribe hablada por tres grupos indígenas distintos.
La repuesta sigue a continuación.
La idea generalizada de que la palabra “guarenas” deriva del vocablo “huerena” se origina en 1882, cuando el insigne historiador caraqueño Arístides Rojas publicó su libro “Cien Vocablos Indígenas”, siendo éste un extracto de la obra “Diccionario de Vocablos Indígenas de Uso Frecuente en Venezuela”. Muchas gracias a The University of Chicago Library por poner a mi disposición una copia digital de este libro.
En la página 22, Arístides Rojas hace mención del topónimo “Guarenas”, es decir, se refiere al nombre del pueblo, acotando lo siguiente: “GUARENAS es corrupción de HUERENA que equivale á yerbasal, pradera. HUERENA pona; á los llanos, decían los antiguos Cumanagotos”.
Aquí claramente Arístides Rojas afirma que “huerena” es lengua cumanagota, cosa que ya establecimos gracias al diccionario de los franciscanos. Para aclarar, Arístides Rojas no hace referencia a la lengua chagaragota, mariches o caracas. Sin embargo, enuncia que “guarenas” es una derivación ortográfica de “huerena”. Incluso, describe a “huerena” como un morfema, agregando el sufijo “pona” para traducir “llano” o “tierra llana”.
Lo primero que debemos resaltar es que para finales del siglo XIX, época en que Arístides Rojas publica este libro, la lengua cumanagota ya estaba extinta y desplazada por el español. Esto se evidencia en el primer censo de Venezuela realizado en noviembre de 1873 durante la presidencia de Antonio Guzmán Blanco, en donde se empadronaron 55.811 indígenas, con una presencia cumanagota desconocida. De hecho, ya en 1822 se había contabilizado solo 26 indígenas hablantes del cumanagoto al oeste de Cumaná.
Por ello, para el año 1882, Arístides Rojas no tuvo contacto con el dialecto cumanagoto, mucho menos con el chagaragoto extinto décadas antes. En su obra, no se hizo un estudio etimológico profundo de la palabra “Guarenas”, ya que esta palabra era apenas uno de los cien vocablos incluidos en el libro.
Lo que ocurrió es que parte de ese libro se basó en los escritos franciscanos de 1683, de donde precisamente Arístides Rojas consideró la voz cumanagota “huerena”.
Infiero que Arístides Rojas no estaba en conocimiento que la voz chagaragota “guarenas” ya había sido documentada con anterioridad en 1578 por el gobernador Don Juan de Pimentel y, como ya comenté, de ese documento solo existía una copia resguardada en el Archivo de Indias, siendo su divulgación para ese momento prácticamente nula. En cambio, hoy en día es posible obtener datos desde múltiples fuentes históricas, gracias a la digitalización, el reconocimiento óptico de caracteres y la estructuración de datos (metadatos), cosa que Arístides Rojas no disponía en su época.
Incluso, un año antes en 1881, Arístides Rojas publicó su «Ensayo de un Diccionario de Vocablos Indígenas de Uso Frecuente en Venezuela». En la página 17 escribió: «de Huarena. – (Yerbasal) (Guarena. – (nombre hoy de un pueblo)». Como se puede apreciar, Arístides Rojas escribió aquí el vocablo cumanagoto «huarena» en lugar de «huerena». Incluso, usó una ortografía incorrecta para el nombre del pueblo, no colocando «s» al final. Agradecimientos al Banco de la República en Colombia por facilitar una copia de este diccionario.
La Relación de Caracas detallada por el gobernador Don Juan de Pimentel en 1578, así como el diccionario español-chaima de Fray Francisco de Tauste de 1680 y el diccionario español-cumanagoto de Fray Manuel de Yangües de 1683, tienen la virtud de haber sido realizados por testigos de la época. Esto último les otorga un gran valor, pues en la historia (como disciplina) es muy relevante dos tipos de fuentes documentales: El testigo ocular y el testigo oyente. Este último es pieza clave como interlocutora del narrador, ya que un oyente real puede disipar los rasgos suprasegmentales del habla, como el acento, la entonación o el ritmo, los cuales podrían causar confusión para alguien que no haya sido testigo de esa fonética.
En cambio, el libro de Arístides Rojas de 1882, estableció la etimología de la palabra “Guarenas” solo en base al diccionario franciscano de la lengua cumanagota. Sin embargo, fue un libro que tuvo un tiraje y difusión importante, realizado por la Imprenta Bolívar en Caracas. De ahí que se haya divulgado ampliamente la idea errónea del vocablo “huerena” como antecesor de la palabra “guarenas”.
Para ir cerrando; ya comenté que la similitud dialéctica entre las tribus indígenas Guarenas, Chaimas y Cumanagotos, se evidencia en esta y otras tantas palabras. “Guarenas” es fonéticamente muy parecida a “guerenaz”, así como lo es a “huerena”, además de significar prácticamente lo mismo según lo documentado por los investigadores y testigos de la época. “Guarenas” traduce monte bajo, serranía y mucha hierba; “guerenaz” traduce hierba o paja y “huerena” traduce prado o hierba.
Sin embargo, esto no establece una evolución lingüística o fonética de una palabra hacia la otra. Más bien, infieren los lingüistas que se trata de vocablos pertenecientes a léxicos de dialectos emparentados, es decir, a variaciones lingüísticas de una macro lengua troncal.
El vocablo “guarenas” está documentado desde el año 1578 como parte del léxico de la tribu Guarenas, muy emparentada con los Caracas, Mariches y Chagaragotos.
Por su parte, el vocablo “guerenaz” está registrado desde el año 1680, perteneciente al léxico de los Chaimas.
Y finalmente, el vocablo “huerena” aparece documentado en 1683, más de un siglo después, asociado al léxico de los indios Cumanagotos, quienes vivían a 250 Km de los Guarenas.
“Guarenas” y “huerena” son dos palabras separadas por lo étnico, por lo lingüista, por el tiempo y por el espacio geográfico. Una palabra no deriva de la otra, [guarenas] no proviene de [huerena].
Si se nos ocurriese guiarnos por la cronología histórica documentada desde 1578 hasta 1683 y asumiéramos una evolución lingüística, tendríamos entonces que decir que fue la palabra “guarenas” la que durante un siglo se transformó en “huerena”, pero esto sería un error por todo lo ya expuesto.
Como nota al margen, es interesante saber que actualmente hay un proyecto para la reintroducción del idioma cumanagoto bajo la denominación “itoto maimury”, por lo cual estamos en presencia de la etnogénesis de los Cumanagotos.
En conclusión; los documentos históricos son la fuente disponible para emitir una afirmación de este tipo, ya que obviamente estos dialectos no son usados hoy en día. Por ello, adjunto los documentos que soportan esta investigación.
La documentación histórica nos sitúa en 1578, estableciendo que los españoles asignaron el exónimo “Guarenas” para identificar en alfabeto español a una tribu indígena que habitaba la zona central de Venezuela, siendo esto a partir de la fonética [guarenas] que estos indígenas, familia de los Caracas, Mariches y Charagotos, pronunciaban para referirse a la pradera de mucha hierba. Así lo escribieron en lengua española los testigos de la época.
Cuatro décadas después, son los mismos españoles que usan la forma ortográfica “los Guarenas” como topónimo que identifica a nuestro pueblo desde el año aceptado de su fundación en 1621, no siendo la palabra Guarenas una corrupción ortográfica de alguna otra voz similar. Esta ortografía se evidencia en los numerosos documentos de la época que reposan en el archivo parroquial de Guarenas y que compartí en una publicación anterior, titulada “Guarenas y sus Denominaciones”.
En 1680, se registran los vocablos “guerenaz” y “guerena” usados por la etnia Chaimas en el oriente de Venezuela para referirse a la hierba y la paja. Aquí podemos constatar que, un siglo después, la lejana tribu Chaimas continuaba usando una fonética similar a la que era usada por la tribu los Guarenas.
Y no es sino hasta 1683, cuando se registra por primera vez la palabra “huerena”, que era pronunciada también en el oriente de Venezuela por la etnia Cumanagotos para referirse al prado o la hierba.
Esto brinda sustento a los lingüistas para referirse a una variación dialéctica dentro de una macro lengua y desmiente una evolución o transformación fonética de una misma palabra.
En 1882, el historiador Arístides Rojas escribe que el nombre del pueblo Guarenas es una corrupción ortográfica de “huerena”, cosa que él afirmó erróneamente porque desconocía que existía un registro previo de la palabra “guarenas” desde 1578 en un documento del cual solo existía una copia, mucho antes de la fundación del pueblo en 1621 y mucho antes del registro de la palabra “huerena” en 1683.
Para cerrar esta publicación; la palabra “Guarenas” no proviene del vocablo “huerena”, así lo demuestra la documentación histórica y los estudios lingüísticos.
Por lo tanto, es un error lingüístico e histórico decir “de Huerena a Guarenas”.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.