Desde las más altas montañas se divisa un hermoso valle, con una exuberante vegetación, “regalo de Dios”, bañada por múltiples ríos que van descendiendo para conjugarse y recorrer esos verdes parajes, brindando a su paso frescura y fertilidad.
Son esos bellos predios los que dieron albergue a una comarca que se asentó en esta jurisdicción en el siglo XVI, con la figura de encomienda y que pertenecía a Cristóbal Cobos, Antonio de Acosta, Antonio de Gómez y José Serrano Pimentel, y que con el correr del tiempo se llamaría Guarenas, nombre que proviene de la lengua charagota y significa «pradera», «tierra de mucha hierba», «juncal» o «herbazal».
Con la real cédula del Rey Felipe III en Madrid, de fecha veintitrés de febrero de 1619, se ordenó la reducción de indios a pueblo. Es así como Don Francisco de la Hoz Berrios y Fray Gonzalo de Angulo, gobernador y obispo de Venezuela respectivamente, deciden conjuntamente la fundación de Guarenas. Para ello, Don Francisco de la Hoz Berrios nombró a su teniente, Don Pedro José Gutiérrez de Lugo, como Juez Poblador para llevar a efecto los tramites civiles de la población; mientras que Fray Gonzalo de Angulo designó al presbítero y cura vicario de Caracas, Don Gabriel de Mendoza, como Juez Comisario para realizar todas las diligencias eclesiásticas para la fundación de Guarenas. Se le impuso a los encomenderos la construcción de la iglesia, el cementerio, la plaza, y la casa cural, con la dotación de sus ornamentos sagrados.
La fundación de Guarenas se efectuó el catorce de febrero de 1621, erigiéndose en pueblo de doctrina de indios Guarenas, bajo la advocación de nuestra Señora de la Caridad y Copacaguan.
En la época de la fundación de comarcas indígenas por el siglo XVI, la educación y la cultura debió ser transmitida por los encomenderos, quienes delegaron este oficio a los curas doctrineros. Como primer deber, había que formarlos en la fe cristiana, enseñarles modales y transmitirles los conocimientos básicos del idioma español. Se puede observar por medio de los archivos parroquiales que muchos indios sabían escribir y algunos, los más interesados, aprendían con facilidad la lectura. Sin embargo, por no haber funcionado bien el sistema de enseñanza, el Rey de España dispuso la fundación del pueblo de doctrinas, en los cuales la tutela de enseñanza correspondía al cura doctrinero, quien debía vivir en la zona de las encomiendas. El primer cura doctrinero en el valle de Nuestra Señora de la Copacabana fue el padre Juan López Brito.
No se tiene la documentación exacta de cuando se erigió en parroquia la iglesia de Nuestra Señora de la Copacabana, talvez debió suceder cien años después de la edificación en mampostería de la primera nave de la Iglesia. El templo de Nuestra Señora de la Copacabana fue elevada a Santuario Mariano Diocesano por la Conferencia Episcopal Venezolana el veinticuatro de julio de 1983, y a Catedral de Nuestra Señora de la Copacabana el once de enero de 1997, siendo su primer obispo Monseñor Gustavo García Naranjo.
Prof. Pablo Muro Garmendia.
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