Armando Urbina – El Primer Tanagrista de América

Un veinticinco de mayo de 1925 nació aquel Armando en la calle Comercio de Guarenas; siendo sus progenitores Don Cruz Ramón Urbina y Doña Berta María Ruiz de Urbina. Fue presentado por ellos ante el mundo con el nombre de Cruz Armando Urbina Ruiz, siendo apadrinados por sus tíos paternos Carmen Antonia Urbina y Bernabé Urbina, recibiendo las aguas bautismales del presbítero Ramón Barraquet.

Transcurrido el tiempo, sus pasos se acrecentaron en conocimientos impartidos en la Escuela Federal Graduada Ambrosio Plaza (solo para varones), bajo la dirección del Profesor Octavio D´Suze, obteniendo varios reconocimientos publicados algunos en cuadros de honor del periódico Adelante, año 1935.

Se trasladó a la capital a estudiar modelado y vaciado en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas. Se marchó a Italia a completar estudios artísticos y concluida su formación,  se inició como profesor en el Instituto Libre de Cultura Popular de Caracas (1946-1947).

Este Armando muy joven fue aclamado a recibir más de 26 premios internacionales y ostentó el título del Primer Tanagrista de América.

Entre sus obras de mayor reconocimiento citamos: “Yo Soy Quién Es”,  “La Ronda de los Degenerados”, “La Vida y la Muerte”, “Designios”, “Sinfonía Mortal”,  “Mirando al Propio Abismo”.  Como reconocimiento por su calidad, basta indicar que en salas de renombre internacional, como lo son el Palacio de las Exposiciones de París y el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio, están expuestas sus obras.  En el año 1949, con el título de “Tanagra de Armando Urbina”, editan un cuaderno contentivo de sus estatuillas.

Guarenas lo recibió declarándolo hijo ilustre el  veintiuno de noviembre de 1952, y para dar  muestra de ser un artista que va más allá de sus tanagras, regaló a su pueblo su obra “Canto a la Agricultura, consolidándose como un gran escultor.

Escultura "Canto a La Agricultura" de Armando Urbina, Guarenas, Estado Miranda, Venezuela. Elaborada en el año 1952. Fotografía cortesía de Carlos Muro, año 1991, la cual se mostró en la "Exposición 370 Años de la Fundación de Guarenas".
Escultura «Canto a La Agricultura» de Armando Urbina, Guarenas, Estado Miranda, Venezuela. Elaborada en el año 1952. Fotografía cortesía de Carlos Muro, año 1991, la cual se mostró en la «Exposición 370 Años de la Fundación de Guarenas».

 

El  dieciséis de mayo de 1956 contrajo nupcias con María Teresa Portas Gargallo, unión de la cual nació una hija, María Teresa Urbina Portas.

Este Armando busca su terruño para dejar su huella imborrable dando lo mejor de sí a su gente, lo que le costó privaciones, desvelos, y sacrificios. Ideó la primera Feria del Arte Popular del diecinueve de noviembre al tres de diciembre de 1960. Esta feria se realizó en la Plaza Bolívar de Guarenas  contando con la presencia del ciudadano Gobernador del Estado Miranda, donde actuaron Don Mario Suárez y su Conjunto; el Teatro El Duende, bajo la dirección de Gilberto Pinto; Teatro Alfil, bajo la dirección de Román Chalbaud, con la obra «Sobre el Daño que hace el Tabaco»; recital de poemas por Margot Antillano y Don Rafael Briceño.

Ya convertido en pionero del arte en la Guarenas de los años 60, crea el Centro Experimental del Arte, con su escuela de música bajo la batuta del Profesor Jaime Anguera; clases de pintura con el Profesor Daniel Romero; teatro con los profesores Amalia Pérez Díaz, Rafael Briceño, Edmundo Valdemar y César Grúber;  danza con el la Profesora Yolanda Moreno y el Profesor Alberto Vegas. La gente de la Guarenas romántica se volcó a las puertas de esta noble institución para incursionar en las diferentes disciplinas.

El proyecto de ver a su Guarenas convertida en un eje cultural,  el permanente contacto con figuras como Cesar Rengifo, Román Chalbaud, Juana Sujo, Isaac Chocrón, hicieron en Armando tener una nueva visión con la que escribió y dirigió en 1963 su primera  obra teatral: “Por Debajo del Círculo Dorado”. Y en 1966 escribiría una de sus obras maestras con alto contenido social: “La voz de Prometeo”. Luego escribiría: «El Pueblo pone los Muertos” (1968), “El Rostro del Payaso” (1969) “Sangre sobre la Geografía de América”, «El Nuevo Servidor» (1979), “Experimento Cinco” (1970), y “Una Ley para Hombres”.

La noche del veintiséis de abril de 1963 abrió sus puertas el Teatro El Corral, situado en la calle Colón (pueblo arriba) de Guarenas, con obra de César Rengifo “La Sonata del Alba”. Esta sala fue decorada con caña amarga, bambú y coleta; allí se presentaron el Grupo de Teatro Universitario Escuela Nacional de Ópera y el Ballet Nacional de Venezuela con sus estrellas Sandra Rodríguez, Fedora Alemán dando recitales y Mariana Urgelles. En esta forma cronológica arribamos al veintinueve de julio de 1967, cuando la naturaleza nos castigara  con el terremoto de Caracas, destruyéndose gran parte de las instalaciones del teatro, el cual quedó casi en ruinas. Sin embargo, Armando Urbina montó y mantuvo en cartelera la obra de Julio Imbert  “El Diente”  con sala llena.

El teatro El Corral viajó a la población de Guatire el dieciséis  de agosto de 1969, donde con la obra de Enrique Buenaventura  “A la Diestra de Dios Padre” comenzó de nuevo sus funciones.  Su peregrinar lo llevó a la ciudad de Los Teques, donde fundó el grupo Ariete, de donde partió para Barlovento, especialmente a Tapipa, donde fundó El Teatro Negro de Barlovento con sus obras Malabí-Maticú-Lambí ( recopilación ritual)  y Changó.

Este Armando recorrió la geografía nacional, cruzó la frontera, hasta el Caribe y Las Antillas. La constante de este Armando lo llevó a crear el nuevo Taller de Arte Escénico.

El  veintiocho de febrero de 1983  en la ciudad de Caracas dejó de existir Armando Urbina, y su pueblo con el canto del grupo del Teatro Negro de Barlovento  lo acompañó en su recorrido por la Iglesia de Nuestra Señora de la Copacabana, como también lo acompañó en homenaje que le rindió la municipalidad de Plaza, para luego ser llevado a las 12:00 m.  al Cementerio General del Sur, donde reposan sus restos.

Guarenas está en mora con Armando Urbina, quién dedicó lo mejor de sus esfuerzos para cristalizar un sueño, ese sueño que se tiene cuando niño y que se cumple con el correr de los años. Pero Armando en su caminar debió  recoger muchas piedras, para poder transitar ese camino, y nunca pudo ver a su Guarenas convertida en el pilar cultural que soñó.

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