Para las décadas de los años 50, 60 y 70, una de las diversiones de los habitantes de Guarenas amantes de la tauromaquia fue sin duda las corridas de toros, escenificadas en las plazas construidas para tal fin, ubicadas éstas en la calle Bolívar del Pueblo Arriba y en la calle Ricaurte de La Llanada.
Recordamos bien cómo eran elaboradas estas plazas, de forma redonda, armadas con recortes de madera rústica, y con su ruedo en el medio por supuesto. Se suponían seguras, pero siempre daban la impresión de plazas móviles y endebles.
Con lujo de detalles estas corridas de toro en Guarenas contaban con un cartel de postín, a semejanza del más antiguo que se conozca de la plaza de Soto Luzón (Madrid, septiembre de 1737).
Recuerdo aquella gran corrida que se escenificó en una de nuestras plazas, cuando en el paseíllo acostumbrado y con trajes de luces se presentó el novillero César Faraco (San Juan de Lagunillas, 5 de junio de 1935 – San Cristóbal, 8 de diciembre de 2011), al cual podemos apreciar en la foto principal de este artículo acompañado de una conocida, para aquel entonces, mujer torera venezolana llamada La Llanerita.
Este paseíllo estaba perfectamente reglamentado en esa tarde de novilleros, donde en orden estaban: El alguacilillo, matadores, banderilleros, de dos en dos y por cuadrilla, y acompañándolos el entonces niño Elímenes Alfonso.
Posteriormente, el 14 de mayo de 1972 se escenificó en la zona industrial de Guarenas sobre una plaza móvil, una corrida donde se presentaron los novilleros Gonzalo de Gregorio de Venezuela y Luis Alfonso Segura de Colombia, en un gran mano a mano, con precios de 7 y 10 bolívares. Los toreros lucieron preciosos trajes de luces, como una manifestación del alma española.
Muchos Guareneros quizás recuerden a un joven aprendiz, al torero Gonzalo Hernández, nobel novillero quién despertó gran admiración entre los muchachos de la época.
La tauromaquia ciertamente define un gran debate: arte o barbarie. Innegablemente fue herencia de una estructura social ya pasada. En Guarenas fue sin duda una tradición, pero el mundo ha cambiado y ahora existen nuevas ideas de diversión y otros placeres que desechan acertadamente el maltrato y la crueldad. Más allá de negar este hecho cierto, debemos conservar la memoria histórica de esta otrora tradición de la Guarenas de antaño.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.
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