Para hablar del Presbítero Santiago Giménez, recordemos que desde su fundación en 1621 por el cura y vicario Don Gabriel de Mendoza, Guarenas ha estado consagrada a Nuestra Señora de Copacabana, como un pueblo de profunda veneración, amor y admiración por su virgen.
Los guareneros siempre han seguido los cánones eclesiásticos y a través de estos cuatro siglos han practicado con devoción su fe cristiana.
Además, han celebrado con orgullo y especial emoción sus fiestas patronales.
Desde el primer párroco del Curato de Guarenas, Pbro. Don Juan López Brito, los guareneros han atendido a la Santa Misa y escuchado con atención la homilía, reconociendo las enseñanzas de sus párrocos y practicando con fe la doctrina católica.
En la historia de Guarenas han ocurrido sucesos de gran dolor, situaciones adversas que han dejado huellas en la población. En alguna ocasión, la desventura también ha impactado en el acontecer de la Iglesia y su feligresía.
Muchas veces me han consultado sobre un hecho trágico que ocurrió en la Guarenas de antaño; otras tantas he leído versiones tergiversadas de ese acontecimiento.
Pero según los relatos que mi bisabuela Lorenza Garmendia le narraba a mi abuela Julia Garmendia y ella a mi mamá Herminia Garmendia, además de los documentos a los que tuve acceso, la historia sería como narro a continuación.
El 10 de julio de 1849, el Pbro. Nicanor Ordoñez culminaba su interinato en el Curato de la Villa de Guarenas, después de siete meses de servicio ministerial en la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana.
Tres días después, el 13 de julio de 1849, Guarenas recibía a uno de sus hijos, el Presbítero Santiago Giménez, quien regresaba a su terruño para asumir el interinato de la Parroquia.
A menos de un año de interinato, el padre Santiago asumía como párroco de Guarenas el 12 de abril de 1850.
El Padre Santiago nació a inicios del siglo XIX en una fecha no precisada. Su infancia y adolescencia transcurrió a través de aquellos años de la guerra de independencia venezolana, lo cual forjó en el joven Santiago un carácter crítico y sensible sobre la situación social del país.
Posterior a la guerra y en una Venezuela independiente de la corona española, la vocación del joven Santiago lo lleva a ingresar al Seminario Santa Rosa de Lima, ubicado en la Plaza Mayor de Caracas.
El Presbítero Santiago Giménez gozó del aprecio y respeto por parte de los guareneros. Sus sermones, muchas veces relacionados con la situación política y social de Venezuela, eran muy tomados en cuenta por los pueblerinos.
Debemos considerar que el Pbro. Santiago Giménez inició su interinato en Guarenas en plena guerra civil, cuando José Antonio Páez y el Partido Conservador se enfrentaban a José Tadeo Monagas y el Partido Liberal. Fueron años turbulentos, en donde los hermanos Monagas se turnaron en el poder.
En 1854, los guareneros conversaban con el padre Santiago acerca de lo sucedido en Barquisimeto, cuando los conservadores se alzan de nuevo exigiendo el regreso de Páez al poder.
Pocos años más tarde, en marzo de 1858, sucede algo inaudito; liberales y conservadores se unen al mando de Julián Castro para derrocar a los Monagas.
Pero esta alianza entre liberales y conservadores duró poco, lo cual desencadenaría el peor conflicto bélico de Venezuela.
A menos de un año, el 20 de febrero de 1859 estalla la guerra federal, liderada primero por Ezequiel Zamora y tras su muerte por Juan Crisóstomo Falcón.
A Guarenas llegaban noticias alarmantes de la guerra. Solo se escuchaba de anarquía, ciudades destruidas y muerte. Los guareneros angustiados, acudían a la Santa Misa para escuchar las palabras sabias y tranquilizantes del padre Santiago.
Es por ello, que el Pbro. Santiago Giménez siempre fue un referente para los guareneros durante esos años difíciles de la historia venezolana, quien transmitía la doctrina católica y las buenas enseñanzas, procurando siempre el sosiego de los feligreses.
Así se mantuvo en su pueblo el padre Santiago durante 19 años, viviendo junto a los guareneros las vicisitudes locales y nacionales.
A finales de noviembre de 1868, cae enferma una guarenera en edad adulta. El padre Santiago envía a uno de sus acólitos a casa de esta señora para verificar su estado y brindarle tranquilidad.
Recordemos que para la época no existía hospital en Guarenas, sino una junta de caridad integrada por un médico, boticario y sacerdote.
Ante la visita del acólito, la señora convaleciente pidió que por favor acudiera a verla el padre Santiago. La señora vivía muy cerca de la Iglesia, en la calle Miranda del Pueblo Arriba.
Iniciando diciembre de 1868, el padre Santiago acude a casa de la señora enferma. En su visita, el padre Santiago signó con óleo sagrado a la señora, ofreciéndole palabras para reconfortarla en su delicado estado, otorgándole la absolución de sus pecados y liberándola del reato temporal.
Al día siguiente la señora falleció, siendo velada en su casa y haciéndose el responso funerario. El padre Santiago ofició la misa funeraria, rociando el ataúd con agua bendita y encomendándola a Dios.
El domingo 6 de diciembre de 1868 el padre Santiago administró sus últimos bautizos a los párvulos Ramón María Vargas Blanco y Juan Nepomuceno Martínez.
A la siguiente semana, el Padre Santiago estaba oficiando la Misa Tridentina en la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana.
Ya para finalizar la celebración y mirando al Santísimo, el Padre Santiago pronunció las que quizás fueron sus últimas palabras: “Benedicat vos omnipotens Deus”.
Un orate había ingresado al templo y corriendo hacia el padre Santiago lo hirió mortalmente en la espalda con un puñal ante la mirada atónita de los fieles.
El Padre Santiago no logró percatarse a tiempo de tal agresión, pues como comenté estaba de espalda a los feligreses, ya que antes del Concilio Vaticano II la Santa Misa era oficiada en latín y mirando al Santísimo.
Este joven mentalmente enajenado, resultó ser hijo de la señora fallecida, quien acusaba al Padre Santiago de ser el culpable de la muerte de su madre.
Este hecho conmocionó a aquella Guarenas apacible, llenando de amargura y tristeza a sus pobladores, quienes perdieron trágicamente a aquel hombre que durante casi dos décadas los había acompañado en las más difíciles circunstancias del país.
Guarenas fue para ese momento objeto de los más tristes calificativos y tendrían que pasar muchos años para ser superado este doloroso suceso.
Este acontecimiento no tuvo relación con el montículo de piedras y una cruz que se encontraba en el camino hacia la quebrada de Gueime a inicios del siglo XX.
A su muerte, lo sucedió el Pbro. Tiburcio Armas como interino de la Parroquia.
Casi 5 años después, el 6 de agosto de 1873, el Vicario Apostólico Pbro. Don Miguel A. Baralt, ordenó asentar en libro las fe de bautismos no registrados que había administrado el Padre Santiago Giménez. Esta tarea fue realizada el 6 de septiembre de 1873 por los presbíteros interinos José de La Cruz Rodríguez y Francisco de Paula Arroyo, asentando las correspondientes a enero y febrero de 1866.
Cuatro años más tarde, el 8 de noviembre de 1877, el Arzobispo de Caracas Don José Antonio Ponte durante su visita pastoral a Guarenas, ordenó asentar en libro otras fe de bautismos también realizados por el Padre Santiago Giménez, los cuales correspondían al período 2 de febrero de 1866 hasta el 6 de diciembre de 1868, cumpliéndose este mandato el 18 de enero de 1878 por el Pbro. Eladio Ruiz.
Como dato curioso, el insigne médico guarenero Dr. Francisco Rafael García, propuso que la nueva Casa-Hospital de Guarenas inaugurada en 1936 durante la presidencia de Eleazar López Contreras, llevara por nombre Pbro. Santiago Giménez, tal como lo expresara en carta enviada el 1ro. de noviembre de ese año a la Junta Directiva del Hospital y al Jefe Civil del Distrito Plaza, Señor Ernesto R. Montenegro. El padre Santiago fue quien bautizó al Dr. Francisco R. García el 18 de julio de 1865.
El Presbítero Santiago Giménez es parte de la memoria histórica de Guarenas.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.