Como parte de la devoción a Nuestra Señora de Copacabana, los pobladores de Guarenas veneran su imagen tallada en cedro, y esto se manifiesta con mayor esplendor cada veintiuno de noviembre durante las fiestas patronales, fecha que se hizo coincidir con el aniversario de la Cofradía de La Copacabana.
La Guarenas de principios del siglo XX fue testigo de las novenas en vísperas de sus fiestas patronales, de las ofrendas que sus hijos daban a su gloriosa madre, de la entrega de las cintas milagrosas, de la Comunión de los niños, de la visita pastoral encabezada por el Arzobispo, de la administración del Sacramento de la Confirmación, de la colocación de la Veneranda, de la misa solemne celebrada en su honor y de su procesión con total solemnidad por las calles del pueblo.
Destacable era la recepción con honores que se le brindaba en Mampote al Arzobispo que venía en comitiva desde Caracas, quien luego era esperado en La Calzada de Guarenas por el párroco, asociaciones religiosas y personalidades de la población.
Los guareneros y visitantes de aquel otrora pueblo disfrutaban tardes de toros, así como de una Plaza Bolívar bellamente ornamentada, en donde se escuchaba una emocionante retreta y se dejaba ver al final del día un maravilloso espectáculo de fuegos artificiales.
Esa Guarenas de antaño quedó plasmada en la edición treinta y cuatro del semanario “El Eco Guarenero”, el cual circuló el veintiuno de noviembre de 1913, y estuvo dedicado a Nuestra Señora de Copacabana.
Esa edición nos deja ver cómo eran las fiestas patronales de Guarenas en aquellas décadas iniciales del siglo XX, y muy específicamente cuáles fueron las actividades realizadas aquel veintiuno de noviembre de 1913 en honor a Nuestra Señora de Copacabana.
Este ejemplar de “El Eco Guarenero” de 1913 es otro de los documentos tangibles de la Guarenas de antaño, en cuyas palabras impresas quedó retratada parte de la vida de ese otrora pueblo.
Leamos parte de esa edición del semanario El Eco Guarenero, en reportaje titulado «Ecos de la fiesta»:
“Una magnífica casulla blanca, regalada por el coterráneo y amigo señor Rafael Antonio Vera.
Bellísimas macetas de azucenas, por el estimable caballero señor Miguel Castro.
Muchas finísimas macetas de flores fingidas, unas por el señor Rafael Díaz, guarenero residenciado en Santa Lucía, y otras por la modesta señorita Josefa María Rada, residenciada en Caracas.
La Comunión de niños fue numerosa y revistió la solemnidad correspondiente a tan importante práctica de piedad.
La Banda 5 de Julio hizo su entrada en medio del mayor entusiasmo. Fueron a su encuentro la Junta Directiva y muchas personas apreciadoras de su modesto Director señor Germán U. Lira.
El acto de la colocación de la veneranda imagen de Nuestra Señora de Copacabana resultó bellísimo concurriendo a él todas las sociedades religiosas de la Parroquia y las escuelas.
Ayer a la una hizo su entrada Moseñor Arocha, a quien acompañaba Monseñor Godoy. La recepción revistió el mayor esplendor, cumpliéndose a cabalidad el programa especial elaborado al efecto. En Mampote lo recibió una comisión de a caballos presidida por el Coronel F. de Giulio Sánchez; en La Calzada lo esperaba el venerable Cura, revestido con los ornamentos del caso, una comisión de caballeros y las asociaciones religiosas; y en la casa parroquial lo recibió otra comisión de caballeros, dándole la bienvenida el Br. Pedro José Rodríguez Díaz, quien se expresó en elocuentes palabras, reveladoras de su capacidad intelectual, a las cuales correspondió Monseñor Arocha, con frases expresivas de la emoción que le embargaba, impregnadas de aquella unción evangélica que en él es consustancial».
«A las cinco de la tarde se trasladó Monseñor Arocha a la Iglesia Parroquial y en su nombre Monseñor Godoy abrió la Visita Pastoral, produciéndose en una oración brillante, verdaderamente elocuente, propia de quien sabe dominar las almas con su palabra fluida, penetrante, evangelizadora.
La Iglesia estaba plena de fieles, lo mismo después en las vísperas. Anoche la Plaza Bolívar estaba bellamente iluminada, repleta de millares de personas. La Banda 5 de Julio que dirige el maestro Lira ejecutó la retretación bellísimas piezas que arrancaron justicieros aplausos. Hubo verdadera profusión de fuegos artificiales en los cuales los pirotécnicos exhibieron los adelantos que cada día adquieren en el arte.
Del incontable número de personas y familias que de diferentes localidades han venido a estas fiestas, hemos tenido el gusto de estrechar las manos a muchos que nos dispensan atención y amistad, entre los que recordamos a los señores Manuel González Guerra, Germán U. Lira, E. Ramón López, Doctor Felipe Contreras Troconis, Francisco de P. Ramírez, Elías N. Centeno, Jesús María Pacheco, Ángel María Landaeta, y muchos otros buenos amigos que nuestra débil memoria no recuerda”. El Eco Guarenero, 21 de noviembre de 1913, p. 4.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.