La bicicleta desde su invención en el siglo XIX, ha sido un medio de transporte cuyas características han favorecido al hombre en muchas de sus actividades. La bicicleta es ecológica, pues no usa combustibles fósiles ni requiere energía eléctrica; además no genera mayores gastos de mantenimiento y proporciona un sano esparcimiento. Este medio de transporte ha tenido sus tiempos de auge y sus tiempos de receso en la escena social.
En la Guarenas de antaño, mi padre recorría el pueblo para vender su mercancía, la cual provenía de un depósito en su misma casa de habitación en el sector La Candelaria. Antes que mi padre si hiciera de una carreta, era característico verlo visitando a sus clientes en bicicleta.
Es así como en el casco de Guarenas hacía su trabajo al ofrecer “fiado” sus productos, como lo eran: Ropa, sábanas, lozas, cuadros, entre otros. Los guareneros, dignos de su gentilicio, cumplían sus compromisos de pago. Como cosa curiosa, los abonos recibidos eran colocados por mi padre detrás de la puerta del zaguán.
Ya hace décadas que no se tramitan licencias para conducir este tipo de vehículos de tracción sangre. Pero en la década de 1950, era de carácter obligatorio demostrar el conocimiento en el manejo de la bicicleta y las disposiciones de la ley, así como cumplir con las ordenanzas de tránsito urbano.
En las fotografías podemos ver la credencial de ciclista de mi padre, identificada con el número 108, expedida el 20 de junio de 1950. Es una libreta de 6 páginas con tapa dura, emitida por los Estados Unidos de Venezuela, Gobierno del Estado Miranda, Inspectoría de Tránsito del Distrito Plaza en Guarenas.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.