En las décadas de 1950 y 1960, después de la Fiesta de La Candelaria el 2 de febrero, Guarenas decretaba el Carnaval. Así se iniciaban los carnavales en Guarenas y sus disfraces.
A partir de ese momento, la muchachada comenzaba a disfrazarse y salir en grupo por las noches a divertir a los pueblerinos.
En algunas noches se reunía un grupo de muchachos en la Plaza Bolívar, para luego bajar por los Almendrones hasta la Llanada del pueblo e irse encontrando con otros entusiastas del Carnaval que se iban sumando a la comparsa entre risas y cantos.
Otras noches se turnaban, siendo los muchachos de la Llanada quienes subían a la Plaza Bolívar para armar su sabroso alboroto carnavalesco.
Eran momentos plenos de diversión y sano disfrute, en donde se hacía un alto a las actividades escolares.
En esos días previos al Carnaval los disfraces eran muy improvisados, siendo casi siempre atuendos variados del conocido disfraz de mamarracho.
Los disfraces de mayor elaboración saldrían a las calles de Guarenas en las propias carnestolendas.
Recordamos a las negritas y a las brujitas, a las momias y a Drácula. Por supuesto, un empoderado diablo nunca podía faltar. A veces te sorprendía el papelillo de alguna payasita. Si estabas desprevenido, podías recibir el bastonazo de alguna viejita.
Resaltaban a la vista los coloridos disfraces de colombina y arlequín. También nos calmaba por instantes algún hada azul que se apareciera. Y dudábamos en lanzarle papelillo a alguna dama antañona, porque a veces eran tan perfectos los disfraces que preferíamos evitar el bochorno.
Pero el motivo siempre era el mismo: Una juventud guarenera ataviada de sana locura con todas las manifestaciones propias de la bufonería, en donde abundaban las chanzas propias de la informalidad carnavalesca y no faltaban los fingimientos que eran irreprochables en esos días.
Los más pequeños también disfrutaban los días de Carnaval, vistiendo disfraces que les permitía hacer volar su imaginación y llenar sus corazones de alegría.
Los niños participaban en desfiles escolares que recorrían las calles de Guarenas, en donde nos conmovíamos antes las hermosas reinas y príncipes, así como también nos alegraba el espíritu aquellos héroes de capa y espada.
Resaltaban a la vista aquellos disfraces de muñeca, india, girasol y bailarina. También el de llanerita, cocinero y gitana. Nunca faltaba el elegante niño vistiendo su liquiliqui con sombrero pelo e’ guama.
El papelillo en la Guarenas de antaño era totalmente artesanal, siendo cortados con tijeras por muchas guareneras que se preparaban con emoción para esas fiestas.
Durante todo el año, ellas guardaban papeles de colores, suplementos, envolturas de golosinas y cigarrillos. Luego, en su tiempo libre, se dedicaban a picar el papelillo. Esto les permitía obtener una fuente de ingreso adicional al vender bolsitas de papelillos.
Particularmente, recuerdo a las señoras Arocha, a quienes veía muchas veces sentadas en la puerta de su casa picando papelillo. A pesar de ser mayores, tenían una gran destreza picando grandes cantidades de papelillo durante todo el año, el cual vendían en las fiestas del Carnaval guarenero.
En la fotografía principal vemos a las hermanas García Vera junto a su madre Virginia durante los carnavales de Guarenas de 1959. Virginia vistiendo un atuendo japonés y las hermanas disfraces de colombinas y arlequines. De izquierda a derecha: Xiomara (Pun), Aura Luisa (Wipa), Sandra (Chana), Olimpia (Pico) y Alicia (Chony).
Los carnavales en Guarenas y sus disfraces se esperaban con ansiedad y eran disfrutados a plenitud.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.