La Hacienda Casarapa tuvo una larga historia, la cual integra en sí misma una parte de la historia de Guarenas, pueblo fundado en 1621. En este escrito presentamos el último ingenio de trapiche de esta hacienda, la Casarapa de Vapor.
Ya en el siglo XVIII tenemos referencias de la Hacienda Casarapa y su producción, la cual ascendía a 1700 cargas de melaza.
Así lo dejaron saber Don Juan Melchor Caraballo y el Capitán Don Pedro Joseph Díaz de Estrada en una detallada misiva para la Monarquía Española fechada el 9 de agosto de 1764.
La Hacienda Casarapa contribuyó con la economía de Guarenas e influyó en la estructura social y condición de vida de sus pobladores.
Además, sus extensas áreas divididas en tablones de caña, con su imponente casa grande en el altozano, dibujaron durante más de dos siglos la geografía de Guarenas.
Y no olvidemos que en su capilla los jornaleros rendían culto a San Juan Bautista en las vísperas del 24 de junio.

Pero hoy les quiero hablar de la etapa última de esta hacienda, cuyos estertores finales se dejaron escuchar en la década de 1960.
Desde mediados del siglo XVIII y después de una cadena de sucesiones de esta Hacienda, su último encargado fue el Señor José María Cartaya Trujillo, quien era copropietario de la hacienda junto a su hermano Antonio Cartaya Trujillo, ambos nacidos en Tenerife, Islas Canarias.
El Señor José María Cartaya Trujillo, junto a su esposa Agustina Hernández Manzo, se encargaron de la administración de la Hacienda Casarapa en esta última etapa de funcionamiento, desde mediados de la década de 1930 hasta inicios de la década de 1960.
Durante su administración, se enfocaron en el aumento de la producción papelonera. Por ello, implementaron modernos métodos en el sembrado y línea de procesamiento de la caña dulce.
Ya se había implementado el más notable de los cambios: Un ingenio azucarero a vapor en el espacio contiguo al viejo ingenio hidráulico.
Este ingenio estaba integrado por un moderno molino acoplado a un motor de vapor. Esta nueva casa de molienda se construyó a base de ladrillos de arcilla roja y techo a dos aguas con láminas.

El molino fue fabricado en 1920 por la Compañía “Blair, Campbell & McLean”, fundada en 1838 en la ciudad de Glasgow, Escocia, la cual se dedicaba a la construcción de rodillos trituradores, engranajes y molinos.

No es de extrañar que el Señor José María Cartaya Trujillo haya negociado la compra de este ingenio a una fundidora de Glasgow, ya que esa ciudad se había convertido desde la Revolución Industrial en un importante centro para la siderometalurgia, con excelentes compañías dedicadas a la construcción de maquinaria azucarera. Recordemos que la noria de la Hacienda La Concepción de Guarenas fue también comprada a una compañía de Glasgow en 1869.
Este molino o trapiche de la Compañía «Blair, Campbell & McLean» incorporaba un innovador sistema para la época, conformado por un doble juego de rodillos trituradores fabricados en hierro fundido.
Cada juego de trituradores estaba integrado por tres rodillos, ubicándose un juego en la base del conjunto y el segundo juego verticalmente en la parte superior del equipo.
De esta manera, el molino trituraba dos veces la caña dulce en una sola pasada, logrando así extraer el 85% del jugo en la mitad del tiempo.

Cada rodillo triturador estaba acoplado a ruedas dentadas; unas pequeñas para transmitir velocidad y otras grandes para transmitir fuerza.
Además, este diseño permitía dejar la caña con su longitud total y bien aplanada, lo cual era óptimo para su secado antes de ser usada como combustible para hervir el agua de la caldera o para la cocción del jugo de caña.
La caña triturada ascendía durante su prensado y luego era expulsada por la parte superior del equipo, para caer en una canal de madera.

Esta canal poseía una cadena accionada por un par de ruedas dentadas, la cual transportaba al bagazo fuera de la casa de molienda.

El molino era energizado gracias a un motor de vapor de 400 caballos de fuerza, el cual tenía una caldera para hervir el agua.
El chorro de vapor era conducido por una tobera hasta un cilindro de escape, en donde impactaba a un pistón que empujaba a un brazo con biela para transmitir el movimiento a una rueda grande de peso y balanceo.

Esta rueda de balanceo estaba unida a cuatro engranajes de transmisión, en donde un eje saliente estaba acoplado al molino. De esta manera se transmitía la fuerza mecánica a los rodillos trituradores.

Este ingenio de trapiche a vapor le permitió a la Hacienda Casarapa aumentar su producción de papelón, manteniéndose como una de las principales de la zona.
Lamentablemente, el abandono y el vandalismo destruyeron gran parte de este ingenio de trapiche, siendo cercenado para su venta como chatarra.
En este sentido, es destacable la labor de «Nueva Casarapa Activa», quienes en septiembre de 2021 se abocaron al desmalezamiento de estos espacios y restitución de las piezas recuperadas. Así mismo, abrieron este espacio a la vista exterior para detectar reintentos de sustraer sus partes.
Nueva Casarapa Activa es una asociación de vecinos voluntarios de la Urbanización Nueva Casarapa que se dedican a la recuperación y conservación de sus espacios.
De esta manera, los vecinos de la Urbanización Nueva Casarapa concientizan a la colectividad en la preservación de este patrimonio histórico.

Es necesario reensamblar y restaurar este ingenio de trapiche a vapor, restituyéndole las piezas rescatadas, otorgándole su valor histórico y dándole a conocer con orgullo y sentido de pertenencia.



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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.