Guarenas y sus cuentos del más allá

En la Guarenas de antaño se vivían y contaban historias de ultratumba que mantenían a los pueblerinos muy alertas en las noches y muy alejados de la adoración o exaltación de espíritus malignos. Era la Guarenas y sus Cuentos del Más Allá.

El 28 de octubre se encendía una vela como ofrenda a las ánimas del purgatorio.

Si en alguna casona de la Guarenas de antaño se dejaba de encender esta vela, sus ocupantes no iban a poder dormir, porque las ánimas harían su reclamo.

Por otro lado, para los pueblerinos de aquella Guarenas, la noche de brujas podía ser cualquier día del año en el que se viera un zamuro en el tejado de la casona.

Las señoras de la casa sabían muy bien cómo ahuyentar a esas brujas fisgonas que estaban disfrazadas del ave negra.

La Guarenas de antaño tenía noches de luna llena, pero también tenía noches muy oscuras.

A inicios del siglo XX, no había electricidad en Guarenas, así que el señor Pedro Lobo encendía los faroles de kerosén de las calles del pueblo mientras iba diciendo: “No hay novedad, tranquilo y sereno”.

Esas noches de Guarenas eran tan oscuras que estuvieron cargadas de historias tenebrosas.

Es así, como después de la medianoche los pobladores preferían mantenerse en sus casonas, para evitar toparse con el ánima sola o con el descabezado.

Escuchar el llanto nocturno de una mujer era señal inequívoca de que La Llorona estaba buscando a su hijo.

Ese llanto alertaba a las señoras del pueblo, quienes de inmediato rezaban en sus habitaciones el rosario, pidiendo por el descanso de tan atormentada alma en pena.

Pero algunos guareneros más osados aprovechaban estas leyendas para hacerse pasar por espíritus malignos, para poder así realizar faenas amorosas nocturnas en predios ajenos sin ser descubiertos.

En el Naranjal, muchos aseguraban que en la noche aparecía un hombre muy alto, que en lugar de pies tenía pesuñas. Eso mantenía a todos dentro de sus casas y en especial a los niños, quienes muy asustados se iban a dormir temprano.

Pero en 1918, Guarenas fue testigo de una historia de verdadero terror, cuando precisamente en el mes de octubre se inició la terrible pandemia de gripe española, la cual causó numerosas víctimas.

Para esa época, la niña Josefa (Mimina) García vio muchas veces las carretas que transportaban a los fallecidos hacia el cementerio del Calvario de Guarenas.

Ya superada la pandemia dos años después, muchos guareneros aseguraban en 1920 escuchar a la medianoche carretas que descendían desde el Calvario, así como cadenas arrastrándose por el suelo.

Más de uno se atrevió a asomarse por el ventanal, para llevarse tremendo susto cuando veían al descabezado conduciendo la carreta por la calle Bolívar.

Quizás lo más tenebroso de aquella Guarenas y sus cuentos del más allá eran los patios enormes que tenían las casonas, llenos de árboles y espacios muy oscuros.

Esos patios albergaron muchas historias inexplicables.

Una de ellas es la de las extrañas luces doradas que aparecían en la noche y se desplazaban por esos patios.

Los pueblerinos decían que cuando en alguna casona aparecían esas luces era indicio que en ese lugar estaba sepultada una persona. Otros decían que se trataba de un entierro de morocotas.

Más de una vez se hallaron huesos en esos patios, y al ser llevados a campo santo las luces dejaban de verse.

Estos son algunos de los mitos frecuentes que se fueron transmitiendo a través de la tradición oral, tanto en Guarenas como en toda Venezuela. La modernidad ha ido silenciando poco a poco estas historias contadas. Era la Guarenas y sus cuentos del más allá.

El fotomontaje nos muestra una tenebrosa calle Real o Comercio de Guarenas en la década de 1920.

Fotografías relacionadas:

Derechos reservados, Campanario Urbano