Hace 399 años, el 14 de febrero de 1621, fue fundada Guarenas como pueblo de reducción de indios bajo la doctrina católica y devoción a Nuestra Señora de Copacabana.
Para ello, y con la real cédula del Rey Felipe III, el Gobernador de Venezuela Don Francisco de La Hoz Berrío y el Obispo de Venezuela Fray Gonzalo de Angulo, designaron a Don Pedro José Gutiérrez de Lugo como juez poblador para los trámites civiles y al presbítero de Santiago de León y Vicario, Gabriel de Mendoza, para las diligencias eclesiásticas de la nueva población.
Desde entonces, los pobladores de Guarenas han venerado a Nuestra Señora de Copacabana, cuya imagen nos cubre con su manto milagroso desde su trono ornamentado por encima del altar mayor de la catedral consagrada a su nombre.
Ya son casi cuatro siglos en los cuales no ha decaído la fe hacia nuestra gloriosa Madre, sino que la devoción a Nuestra Señora de Copacabana se acrecienta y se palpa con mayor esplendor.
La Guarenas de antaño vivía con gran emoción las festividades de su patrona, comenzando con las novenas en vísperas de las fiestas. Todos los guareneros comentaban acerca de los preparativos para el 21 de noviembre. Con alegría se preparaban y disfrutaban de ese sentir pueblerino que se respiraba en las calles.
A inicios de noviembre las mujeres ya disponían de su nuevo vestido, mandado a coser especialmente para las fiestas patronales. Las más jóvenes llevarían hermosos vestidos blancos con impecables mantillas de encaje.
Por su parte, los hombres preparaban su mejor traje para la ocasión. El día de la fiesta lucirían su mejor corbata con inmejorable nudo, llevando sombrero para tan importante fecha.
Los guareneros de esa época pasada sabían muy bien como manifestar su alegría sin dejar de lado la solemnidad que la celebración mariana demandaba.
La Casa Parroquial era centro de agasajo para la importante comitiva que visitaba a Guarenas por el día de su patrona, encabezada por el arzobispo, quien impartiría a los fieles el Sacramento de la Confirmación.
Era día de oración, de veneración, pero sobre todo, era día de familia. La Plaza Bolívar era el lugar para celebrar y compartir. Durante muchos años en esa plaza, bajo un samán ubicado en el centro de la misma, y más tarde bajo la mirada del Libertador, los guareneros establecieron emocionantes tertulias mientras disfrutaban de las retretas y comían sabrosos dulces criollos.
Gracias a la imagen estática que comenzó a brindar la fotografía, hoy podemos contemplar las estampas de esa Guarenas durante sus fiestas patronales. La tecnología embargaba, y los guareneros comenzaron a adoptar nuevas costumbres, como lo era fotografiarse en la Plaza Bolívar.
Los medios impresos no eran ajenos a las manifestaciones de amor y devoción por nuestra Virgen. Leamos fragmentos del semanario «El Eco Guarenero» del veintiuno de noviembre de 1913, donde su director J. Bernabé Urbina dedicó un emotivo escrito a propósito de las fiestas por Nuestra Señora de Copacabana.
“En este día de intenso regocijo para los que tenemos la dicha de haber nacido en el pedazo de suelo venezolano que el colonizador pobló con indios Guarenas y bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Copacabana».
«Ataviase El Eco Guarenero con el retrato de la Santísima Virgen, nuestra excelsa Patrona, y consagra la presente edición a reproducir notas de ese himno que brota de todo corazón guarenero».
«El Eco Guarenero, al asociarse al júbilo que reboza hoy todos los corazones de los hijos de Guarenas, presenta su respetuosa salutación al venerable Vicario de Valencia, Monseñor Arocha, quien trae delegación del ilustrísimo Arzobispo para administrar el Sacramento de la Confirmación, a Monseñor Godoy, antiguo Cura de la Parroquia.» El Eco Guarenero, 21 de noviembre de 1921, p. 1.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.