Nuestra Señora de Copacabana, Virgen piadosa, cuyas cintas milagrosas avivan la fe de los pobladores de Guarenas, porque reconocen en ellas un símbolo de virtud y protección ante enfermedades y angustias.
Las cintas milagrosas de la Virgen de Copacabana han sido entregadas en Guarenas como tradición desde hace más de un siglo, cuando Luisa González junto a su familia las ofrecían desde el ventanal de su casa, y cuyo poder de sanación ha traspasado fronteras.
Fue Luisa González una guarenera que en sus 106 años de vida jamás perdió la fe y devoción por Nuestra Señora de Copacabana.
Y como remembranza del poder sagrado de las cintas milagrosas, a través de las cuales pedimos la intercesión de Nuestra Señora de Copacabana, el semanario “El Eco Guarenero” en su edición 34 del veintiuno de noviembre de 1913, dejó constancia de lo ocurrido fuera de nuestras fronteras, en reportaje titulado: “Las Cintas de Nuestra Patrona en Europa”.
Este reportaje de “El Eco Guarenero” de 1913 narra el milagro ocurrido en París, atribuido a las cintas milagrosas de Nuestra Señora de Copacabana de Guarenas.
El artículo de El Eco Guarenero decía lo siguiente:
«Son ellas un símbolo que aviva la fe de los devotos, un objeto que se considera como recuerdo sagrado, una prenda valiosa que conservamos a manera de arma de defensa y a la que apelamos en medio de enfermedades o angustias, porque reconocemos en ellas una fuerza, una virtud de la cual ha investido nuestra amada Patrona para favorecernos. Hoy tenemos el placer de llegar a todos nuestros lectores, el recuento suscitado, de un milagro verificado por intermedio de las cintas benditas aplicadas a un enfermo, invocando la poderosa intersección de Nuestra Señora de la Copacabana y sucedido hace pocos años.
Padecía en París un niño, hijo de Mister René Hoffre, una gran enfermedad, habiendo llegado al extremo de ser desahuciado por los médicos que lo asistían.
Perdida toda la esperanza en el poder de la ciencia, Madame Hoffre, abuela del niño, recordó que tenía varias cintas de Nuestra Señora de la Copacabana, las cuales guardaba, ya como un objeto religioso, ya como uno de tantos recuerdos gratos, que desde Venezuela le enviara anualmente, su querida hija, la Señora Julieta García, residenciada en Caracas, y quién le había manifestado que dichas cintas eran de una virgen muy milagrosa. Fue aquel recuerdo, como toque, que la Santísima Virgen diera en el corazón de la abuelita que inmediatamente se apresuró a tomar una cinta y colocarla en el cuello del enfermito, a la vez elevando su espíritu, hasta la Divina Madre La Copacabana, imploraba ardientemente la salud del niño.
Los ruegos no se hicieron esperar, al siguiente día el niño estaba mejor y llamado al médico de cabecera, este manifestó que no era posible, que no tenía para que verle. Y grande fue su sorpresa, cuando instado repetidas veces, fue a ver al enfermo y lo encontró fuera de peligro.
Bien pronto escribió Madame Hoffre a su hija, manifestándole que la curación había sido una maravilla y recomendándole no dejara de enviarle todos los años, muchas cintas de la Copacabana, para ella, toda su familia y varios amigos que conocieron aquella milagrosa curación.
Al niño salvado, llaman hoy sus padres y parientes “Mata la Muerte”, por el estado de gravedad que tenía el niño, cuando la amorosa abuelita acudió a la cinta.
Los datos milagrosos fueron aportados por el Señor Luís Felipe García Bello, y en especial por su muy culta y amable esposa Julieta García”.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.