El Cuñata

De grata recordación es Eliseo Orta, pintoresco personaje conocido con el apodo de “El Cuñata”, quien con su oficio de ingenioso barbero y amolador, despertaba la curiosidad de todos por su forma dicharachera de expresarse.

Quizás ese apodo le viene por su forma de decir su proverbial “cuñao” a todo a quien él le dirigiera su palabra jocosa y bromista, tal como fueron los muchachos de antier.

Era un hombre de trato amable, siempre de buen humor; utilizaba un lenguaje figurativo con picardía, sin llegar a lo vulgar. Fue un buen creyente en Dios, siendo miembro de la Sociedad de Jesús Crucificado. Estaba casado con Virginia, y tuvo una gran prole que mantener.

En su adolescencia, fue un trabajador a tiempo completo en la zafra, no permitiéndole esto su asistencia a le escuela.

El Cuñata barbero; ¿qué guarenero de los años 40 no recuerda las ocurrencias del Cuñata barbero? Entre tantas, podemos citar aquella en la cual le fue requerido su servicio de barbero para afeitar un difunto en el hospital de la localidad, y que una vez concluido su trabajo expresara en un tono un tanto lacónico: “Quedó bien afeitado para el encuentro”. O aquella otra ocurrencia, la de colgar una tablita promocionando su barbería, en la cual se leía: “El último barbero que afeitó a un bolívar”.

Su oficio de barbero quizás lo aprendió trasquilando y dejando pelados a sus clientes. Cuentan que un día lo visitó en su negocio el Prefecto de Guarenas, un teniente llamado Jaime, quien sentándose en la característica silla de barbero le pidió que lo afeitara, a lo que Cuñata accedió prontamente. A los pocos minutos de la faena, el teniente comenzó a ver que no estaba quedando bien tal afeitada, molestándose mucho y propinando palabras de molestia e inconformidad. Así que conminó al Cuñata a que lo llevara urgentemente a otro barbero. Cuentan que salieron rápidamente del lugar, pero no se sabe a cuál otra barbería se dirigieron. Tal vez por tener muchas quejas decidió colocar otra tablita con el siguiente mensaje: “Esta es la barbería donde usted entra pelúo y sale pelao”.

En aquellos momentos en que la actividad de la barbería no gozaba de mucha clientela, y viendo que los alrededores eran muy concurridos por la muchachada, decidió mejorar su condición económica vendiendo productos elaborados en panaderías, tales como rosquitas, cortados, acemitas, entre otros, lo que entusiasmaba a los jóvenes. También vendía frutas, entre otras el mamón, por lo cual no olvidamos su característico grito: “Lleva tu mamón pirulí, a 25 por medio”.

El Cuñata amolador; con las notas vibrantes de su silbato europeo, el amolador llegaba a las puertas de las casas ofreciendo sus servicios; “Doñita, doñita, traiga su tijera pa’ dejarla amoladita”. Así Cuñata en su bicicleta y con el burro de amolar, visitaba las calles del pueblo con su singular retahíla: “Y hupi que hupi hupi, el Cuñata te amuela lo que sea”.

Y así, por muchos años, vimos y disfrutamos de este personaje, que sin haber nacido en nuestro pueblo, dejó una huella de humor sano, sobre todo en la juventud de esa época, a la cual le encantaba jugar con la sabia jerga de palabras que a bien él supo utilizar.

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