En la noche del Viernes de Concilio, se ha realizado desde 1903 una de las tradiciones más arraigadas del pueblo: El corte del olivo en Guarenas.
Sus ramas serán presentadas en la puerta de la Catedral Nuestra Señora de Copacabana y colocadas luego junto a la imagen de Jesús en el Huerto durante la procesión del Domingo de Ramos, conmemorando así a Jesús orando mientras era tentado por el demonio en forma de serpiente.
Esta tradición se remonta al año 1903 durante el gobierno de Cipriano Castro, momento en el cual Venezuela se encontraba en una guerra civil liderada por caudillos que intentaban derrocarlo, movimiento insurgente que denominaron Revolución Libertadora.
En ese año, un grupo de guareneros se alzaron y se fueron a la costa atravesando la montaña. Ahí se sumaron a otros insurgentes y fueron a combate, perdiendo la vida la mayoría de ellos.
Entre los guareneros que lograron salvar su vida estaban Leoncio Campos y Jesús María Aponte, quienes huyeron por la montaña de regreso a Guarenas.
Al anochecer, decidieron detenerse en la oscura montaña. Fue una noche temerosa y de vigilia, pero el cansancio los venció y se quedaron dormidos.
Despertaron con los primeros rayos del Sol, dándose cuenta que se habían quedado dormidos bajo un olivo.
Entre lágrimas, se hincaron ante el olivo, rezaron y dieron gracias a Dios por su protección, prometiendo volver cada año a la montaña, cortar una rama de olivo en la noche y ofrendarla a la Iglesia Nuestra Señora de Copacabana.
Cinco décadas después, en la Guarenas de los años 50, la tradición continuaba.
Leoncio Campos, Carmelo Viana, Domingo Martínez, Juan Aponte, Manuel Antonio Muro, entre otros, se reunían a finales de enero en el bar de la calle Páez, propiedad del Señor Amador Quiñones, conocido como el “Rincón de los Viejos». Ahí, ellos realizaban los preparativos para el tradicional corte del olivo en Guarenas.
Ellos adquirían hojas de la planta llamada guaco, así como botellas de aguardiente de caña dulce. Con esos simples ingredientes, entre cuentos y risas, ellos preparaban una bebida que dejarían añejar por dos meses hasta tomar un color verdoso, el famoso guaco.
El Viernes de Concilio, en horas de la noche, con lámparas de kerosene y machetes en mano, ellos partían en grupo por el paso del río Caucagua (hoy río Guarenas), saltando de piedra en piedra.
Así llegaban al cerro, en donde procedían a elegir al olivo perfecto. Colocaban una cruz de palma en el tronco del olivo, encendían una vela y bajo sus ramas ellos rezaban, tal como lo hizo Jesús en el Monte de Getsemaní.
Luego disfrutaban de una suculenta y abundante ensalada de sardinas, tomates, lechuga, cebolla, pepino y huevos. Y por supuesto, bebían guaco.
Finalmente, procedían a cortar un gajo del olivo. De regreso al pueblo y con la rama del olivo al hombro, los promeseros llegaban al Pueblo Arriba y presentaban al Santo el gajo cortado, para luego ir a la puerta de la Iglesia donde los esperaba el párroco, quien les daba la bendición.
A través de los años se conservó esta tradición en Guarenas, encargándose posteriormente los señores Ramón Gómez, Musiú Bravo, Felipe Armas y Gerardo Marrero.
Así mismo, se incorporaron un grupo numeroso de coterráneos, entre ellos Rafael (coco) Toro, Pablo Guía, Cruz Dolores Correa, Pablo Vargas, William González, Gabriel Alviárez, Felipe Correa, Carlos Muro, Manuel Muro, entre otros, quienes se dirigían a Maturín (hoy zona industrial) para el corte del olivo.
Con el pasar de los años, muchas familias se motivaron a sembrar en el patio de sus casas una mata de olivo con la idea de ofrecerlas para el corte.
Los promeseros visitarían ahora las casas del pueblo para el corte del olivo, siendo cada vez más los guareneros fieles a la tradición.
Video: Corte del olivo en Guarenas, 8 de abril de 2022.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.