Hablemos de Andrés Rosendo Armas, el inolvidable cartero de Guarenas. El nueve de febrero de 1891, el cura interino de la parroquia de Guarenas, Pbro. José F. Bafill, ofició el matrimonio in facie ecclesiae y por palabra de presente del Bachiller Rosendo Ulpiano Armas y Rosaura Armas.
A esta unión, le precedió la exploración de voluntades de donde resultó el impedimento de segundo con tercer grado de consanguinidad en línea colateral que dispensó el Ilustrísimo Señor Arzobispo Críspulo Uzcátegui, además de las tres proclamas matrimoniales que sin ninguna objeción fueron publicadas en los tres días festivos previos.
Los esposos Armas Armas formaron su hogar en Guarenas y trajeron al mundo a sus ocho hijos: Petra Aurora del Carmen (1892), Rosa Amelia (1894), Ángel Vicente Eusebio de Jesús (1896), Andrés Rosendo (1896), Bernardo Arístides (1898), Aurora de Copacabana (1900), Leandro Antonio (1903) y Manuel Obidio (1905).
A inicios de octubre de 1900, Rosendo y Rosaura esperaban su sexto hijo. Ella estaba en el octavo mes de embarazo; sin saberlo, en su vientre crecía una niña.
Pero aquella apacible Guarenas de techos rojos y olor a melaza sería testigo de un trágico suceso.
El 29 de octubre, día de San Narciso, el pueblo se despertó en la madrugada al escuchar un estruendo que emergía del suelo.
Fue un terrible terremoto que destrozó más de 70 casas en Guarenas, además de afectar la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana, Plaza y Casa de Gobierno. La primera torre del campanario se derrumbó, la cual se encontraba en la parte posterior del templo, justo donde hoy se erige el actual campanario.
En la oscuridad, Rosendo y Rosaura corrieron hacia la calle cargando a sus hijos Ángel, Andres y Bernardo, mientras que las niñas mayores, Petra y Rosa, salían de la casa por su propia cuenta.
Lamentablemente, Rosa Amelia fue víctima del desplome de la casa, falleciendo con tan solo seis años de edad.
Ocho días después, el 6 de noviembre de 1900, Rosaura Armas daba a luz a su hija, a quien puso por nombre Aurora de Copacabana.
De los hermanos Armas Armas, quizás Andrés Rosendo fue quien experimentó ese suceso de forma muy particular, no solo por contar con poco menos de cuatro años, sino porque Andrés Rosendo nació con discapacidad auditiva.
Andrés Rosendo Armas, nació en Guarenas el treinta de noviembre de 1896.
Para finales del siglo XIX, la integración a la sociedad con este tipo de discapacidad era en extremo complicada, producto de la discriminación, miedo y desconocimiento. La exclusión social era el destino seguro para estos grupos minoritarios.
Pero esto no fue lo que ocurrió con Andrés Rosendo, pues su vida en Guarenas estuvo llena de hermosos matices de superación, trabajo honesto y vida familiar.
Andrés Rosendo creció rodeado del amor de sus padres y hermanos. Fue su padre, el Bachiller Rosendo Ulpiano Armas, quien educó y orientó a Andrés Rosendo en sus primeros años.
La formación docente y humanista de su padre permitió moldear en Andrés Rosendo las virtudes necesarias para ser un hombre de bien, educado, responsable y trabajador.
Andrés Rosendo contó con los sabios consejos de su padre hasta la edad de 24 años, momento en el cual falleció Don Rosendo Ulpiano Armas.
El primero de septiembre de 1918, contraen nupcias Andrés Rosendo Armas y Elvira Antonia Orozco, siendo administrado el sacramento por el Pbro. Román Banaques en la Iglesia Nuestra Señora de Copacabana en Guarenas.
De esta unión, nacieron los niños Andrés Emigdio (1920) y Rafael Antonio (1921).
Muchos años después, Andrés Rosendo enviudó. En 1945, nació su hija Carmen Santiaga.
Durante mucho tiempo, Andrés Rosendo trabajó como obrero, pero años más tarde ingresó a la oficina de correos de Guarenas, desempeñándose como cartero.
En aquella Guarenas de antaño, rodeada de montañas, riberas y cañamelares, se esperaba con ansiedad las noticias de los pueblos vecinos.
Es por ello, que el oficio de cartero revestía de prestigio y respeto. La visita del cartero era muy esperada por los pueblerinos, siendo una persona que gozaba de grato recibimiento.
El cartero conocía muy bien a los pobladores, compartiendo junto a los destinatarios las alegrías y tristezas de las noticias recibidas.
Muy temprano en la mañana veíamos a Andrés Rosendo recorriendo las calles de Guarenas, vistiendo su uniforme de gorra y corbata, mientras cargaba su bandolera de cuero llena de cartas y facturas.
Durante el desempeño de esta noble tarea, Andrés Rosendo fue considerado como uno de los mejores carteros que haya tenido Guarenas.
Era muy común ver a Andrés Rosendo en la oficina del correo de Guarenas, ubicada en la Plaza Bolívar, en el sitio de la actual Casa de La Cultura “Antonio María Piñate”.
Su puntualidad y exactitud en la entrega de la correspondencia siempre le fue reconocida.
Andrés Rosendo demostró que su limitación auditiva no le era impedimento para desarrollar cualquier tarea con la cual se comprometiera, y en especial, su labor como cartero fue catalogada como impecable.
Andrés Rosendo vivió sus últimos años en el sector Vuelta Blanca del Pueblo Arriba. Falleció el 26 de febrero de 1971.
Como reconocimiento póstumo a su labor, el Alcalde de Guarenas Aníbal (Tito) Cardozo (†), inauguró a inicios de la década de 1990 la Escuela para Niños Sordos “Andrés Rosendo Armas”, hoy Unidad Educativa Especial Bolivariana, ubicada entre los bloques 28 y 30 de la Urb. 27 de Febrero (antes Menca de Leoni).
Andrés Rosendo Armas, el inolvidable cartero, es parte de la memoria histórica de Guarenas.
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Fundador y editor de Campanario Urbano. Docente y director jubilado. Investigador de la historia de Guarenas. Fue cronista de prensa regional y apasionado coleccionista de fotografías y documentos antiguos.